sábado, 5 de febrero de 2011
...un Prometeo sereno...
A espaldas de mi plexo solar,
sin siquiera un aviso, una advertencia,
o, incluso, una explícita condena,
ahí fui tocado por el dedo de Dios...
Sin violencia y sin sangre;
sin dolor ni pena manifiestos,
mi cuerpo respondió
al contacto del Divino...
Mis piernas,
antes columnas fuertes, ágiles
y asimiladas a la técnica,
se negaron a seguir
el juego
y los deseos
que la música y la vida
me inspiraban...
Mi brazos y mis manos,
antes indiscretos
émulos de lo que
mis palabras expresaban,
y siempre dispuestos a tañer
con sutiles aires
un juego de cuerdas musicales,
ahora reniegan
de la más elemental
pericia en movimiento...
Todo fue de súbito y,
hasta la fecha, ‘los que saben’
no aciertan a explicarlo;
de ahí que mi cuerpo se haya
trasladado
al terreno de las dudas
y las una y mil teorías...
Aún así,
no puedo quejarme:
mi conciencia, mi voz
y mis palabras
están intactas,
aunque,
¡triste paradoja!
sea este, mi castigado cuerpo,
su refugio
y su campo de batalla...
Ahora sí,
de manera orgánica,
puedo afirmar de cierto que
la vida es un eterno claroscuro...
Y que este
lado obscuro de la luna
es terrible,
en verdad terrible...
-diciembre del 2009-
(Escrito a raíz de haber comenzado a perder el control de mi cuerpo -hasta el presente sin ninguna explicación- a principios del 2009. Ahora, casi dos años después, he comenzado a dar muestras de recuperación, y no sé hasta dónde llegaré...) ¡Serenidad!
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